Alcohol y trabajo: un riesgo que jamás deberíamos normalizar

El consumo de alcohol en el ámbito laboral sigue siendo uno de los riesgos más invisibilizados y, sin embargo, con mayor repercusión en la seguridad, la salud y la productividad. Beber antes o durante la jornada laboral incrementa de forma notable las probabilidades de sufrir accidentes, cometer errores, deteriorar la convivencia y generar pérdidas económicas derivadas de bajas médicas o del bajo rendimiento. En un momento en el que la seguridad y la salud son pilares estratégicos de cualquier organización, ignorar el problema supone un coste humano y empresarial difícil de asumir.

MAGNITUD DEL PROBLEMA: DATOS QUE NO PODEMOS IGNORAR

Los datos oficiales confirman la dimensión real del consumo. En España, más del 80% de la población laboral ha consumido alcohol en el último año, y cerca del 10% lo hace a diario.  Además, un 4,3% se encuentra en situación de consumo de riesgo, lo que significa que los efectos negativos sobre su desempeño y su salud son probables o ya presentes.

El problema no se limita al alcohol: tabaco, hipnosedantes y cannabis también forman parte de las sustancias más consumidas en el ámbito laboral. Sectores como la construcción, la hostelería y el transporte concentran las cifras más elevadas, lo que refleja cómo el tipo de trabajo y el contexto social influyen en la exposición y en la normalización de estas conductas.

Factores de riesgo laborales que favorecen el consumo

El entorno de trabajo desempeña un papel determinante. Jornadas largas, turnos irregulares,            penosidad     física,  alta     presión productiva,  precariedad, insatisfacción laboral o malas relaciones interpersonales son factores que incrementan la probabilidad de recurrir al alcohol como válvula de escape.

CONSECUENCIAS PARA LA SEGURIDAD, LA SALUD Y LA EMPRESA

Las repercusiones del consumo de alcohol en el trabajo son múltiples y afectan de forma transversal:

  • Entre el 15% y el 33% de los accidentes laborales con víctimas están relacionados con el consumo de alcohol u otras drogas.
  • Se incrementa el absentismo y presentismo, con bajas más largas y costosas, hasta tres veces superiores a la media.
  • La productividad y la calidad del trabajo descienden, con más errores y menor capacidad de concentración y decisión.
  • Se deteriora el clima laboral, aumentando los conflictos, la desconfianza y la falta de cohesión en los equipos.
  • La empresa asume costes económicos y legales y, en los casos más graves, un daño reputacional difícil de revertir.

En definitiva, trabajar bajo los efectos del alcohol no solo compromete la seguridad de quien consume, sino la de todo el equipo.

MARCO LEGAL: LA OBLIGACIÓN DE GARANTIZAR UN ENTORNO SEGURO

La legislación española respalda la necesidad de actuar. La Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales establece que las empresas deben garantizar un entorno seguro, lo que incluye la vigilancia del consumo de sustancias.

El artículo 22 de la LPRL permite la vigilancia obligatoria de la salud cuando el estado de la persona trabajadora represente un riesgo para sí misma o para terceros.

El Estatuto de los Trabajadores (art. 54.f) contempla el despido disciplinario por embriaguez habitual o toxicomanía solo cuando repercuten negativamente en el trabajo, bajo criterios de proporcionalidad.

La jurisprudencia y las sentencias constitucionales han validado los controles de alcohol y drogas, siempre que sean necesarios, proporcionados y respeten la confidencialidad de la persona trabajadora.

En sectores especialmente sensibles —como el transporte— los controles de alcohol y drogas cuentan con una regulación específica y obligatoria. En otros ámbitos de riesgo, como la construcción o la industria alimentaria, aunque no existe una obligación legal genérica, las empresas pueden implantar medidas de control cuando el consumo represente un peligro objetivo para la seguridad o la salud, siempre     con     criterio de      necesidad,    proporcionalidad y respeto a la confidencialidad.

CÓMO PREVENIRLO: CULTURA, POLÍTICAS Y ACOMPAÑAMIENTO

La prevención del consumo de alcohol en el trabajo no puede basarse en sanciones aisladas ni en actuaciones reactivas. Requiere una estrategia integral que combine medidas de sensibilización, intervención y apoyo:

Sensibilización: campañas internas que visibilicen los riesgos del alcohol y promuevan hábitos saludables.

Política preventiva clara: establecer normas como “entornos laborales libres de alcohol” y protocolos de actuación centrados en la ayuda, no en el castigo.

Formación y apoyo: capacitar a mandos y equipos para detectar señales tempranas, y ofrecer recursos como programas de ayuda o derivación a servicios especializados.

MITOS Y REALIDADES QUE DEBEMOS DESMONTAR

La cultura preventiva también pasa por desterrar creencias erróneas:

  • “El alcohol no es una droga” → Lo es, y actúa como depresor del sistema nervioso central.
  • “El alcohol ayuda a descansar” → En realidad altera el sueño y dificulta la recuperación.
  • “El que aguanta más controla mejor” → La tolerancia elevada es un signo de mayor riesgo de dependencia.
  • “El alcohol da calor y energía” → Solo provoca una falsa sensación térmica, mientras el organismo pierde calor real.

CONCLUSIÓN: LA PREVENCIÓN INTEGRAL COMO ÚNICA VÍA

El consumo de alcohol en el trabajo no debe normalizarse ni minimizarse. Se trata de un problema de seguridad, salud y productividad, con consecuencias graves que afectan tanto a las personas como a las organizaciones.

La respuesta debe ser integral: políticas claras, formación y sensibilización, medidas de apoyo y rehabilitación, y una cultura preventiva que no deje espacio a la ambigüedad.

Fuente: Europreven

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.